martes, 30 de abril de 2013

Fuga

"Y lo que tú llamas morir es sólo terminar de morir
Y lo que tú llamas nacer es empezar a morir
Y lo que tú llamas vivir es morir viviendo, siempre fingiendo"


Quizá no te conocí tanto como para idolatrarte por como eras, ni dedicarte palabras bonitas por lo que vivimos juntos. Quizá no haya sido tu mejor amigo ni haya sabido mucho de tu existencia más que tus callada expresión. Pero si te puedo admirar por lo que hiciste, por hacer lo que todos alguna vez hemos querido (a veces hasta planificado), pero nadie se atreve a hacer. Porque aunque suene cliché, se necesita muchísimo valor para saltar al vacío. Porque sólo en el vacío la nada existe, y nada más existe.

Te admiro porque sin que lo vayas a saber nunca, eres una de las personas que más me ha enseñado. Por primera vez me haces ver de frente a la muerte, sentirla su cosquilleo en la nariz y su hálito en la nuca. Sentir que no somos más que una bolsa de huesos putrefactos y que lo que creemos hacer no es más que un destello de luz en medio de la oscuridad eterna.
Te comprendo, porque nos muestras la verdadera cara de la luna, no la oscura ni iluminada, únicamente la verdadera. Esa en que la mierda nos tiene tapados hasta el cuello e intenta ahogarnos, pero a veces es más cómodo salir a flote. En donde estamos acostumbrados a no empatizar con el de al lado, porque no nos lo enseñaron en el colegio, pero tú nos estás enseñado.

Pero no logro llorar por pena por sentir tu falta, quizá porque no te conocí tanto, no me queda si no llorar de rabia por que no es culpa tuya la decisión que tomas, si no de todos nosotros, los hombres-máquina de esta sociedad, en donde necesitamos forjarnos una coraza inaccesible para sobrevivir socialmente, haciendo creer que no tenemos emociones, pero... somos humanos mierda, y los humanos lloran.

Porque todo pasa: los objetos, las casas, las personas, los amigos, la familia, las compañeras, los lugares, los amores, las penas, etc... Pero la vida no pasa, la vida se va y no vuelve y siempre nos deja con gusto a poco, siempre creyendo que se pudo hacer más, pero no se pudo, y no hay nada que hacer. Y para querer renunciar incluso a ella es porque no queda otra salida más que la de un estertor desesperado con ganas de renunciar a todo porque toda lucha es infértil.

En ocasiones como esta me gustaría ser religioso y creer en la vida después de la muerte. Lamentablemente no creo en ello y sé que tu cuerpo  terminará en gusanos o cenizas, igual que el cuerpo de todos. Pero quizá un pedacito, sólo un pequeño pedacito, logre sobrevivir en algún lado de mi mente, acechando el momento para decir: "Hola, estoy aquí, ¿me recuerdas?, Recuerda amar a tu hermano", de lo contrario, habrías sido en vano

Quizá no pueda extrañarte por lo que no hicimos, o por lo que podríamos haber hecho, pero si te puedo admirar por lo que hiciste y seguirás haciendo.

Porque me alejé
la primavera yace enferma
la muerte se embelesa
en una flor fragilizada de aroma

ya no pesa la existencia sobre los hombros
”.
Aniceto Moralez Bórquez